Mario Caterino, fugitivo desde 2005, pertenecía a la banda de los Casaleses
Como todo capo que se precie, Mario Caterino no había dejado su ciudad, Casal del Príncipe. Allí, en una casa con jardín situada a unos cientos de metros de una comisaría, lo detuvo ayer la policía de Caserta (Nápoles), que celebró el arresto con abrazos y gritos de alegría. Caterino era realmente una pieza muy codiciada. Era uno de los 30 delincuentes más buscados de Italia, estaba huido desde 2005, y sobre él pesa una condena a cadena perpetua por asesinato, pertenencia a banda mafiosa y extorsión.Apodado A Botta, algo así como "el golpe", por su afición a los explosivos, Caterino recibió a los agentes que le arrestaron ayer por la mañana aplaudiendo irónicamente; sin oponer ninguna resistencia, les dijo: "Antes o después tenía que pasar". El jefe se escondía, al parecer desde hace pocos días, en una casa con jardín situada en una zona residencial de Casal del Príncipe, perteneciente a un ciudadano sin antecedentes penales, el albañil Crescenzo della Corte, que también fue arrestado.
Con la detención, los fiscales Antonello Ardituro, Giovanni Conzo y Raffaello Falcone, de la Dirección Antimafia de Nápoles, estrechan un poco más el cerco sobre el clan que dirige Francesco Schiavone, Sandokán, actualmente en la cárcel.